Dedicación.
Un texto de David García.
El diccionario de la Real Academia Española, esa que “limpia, fija y da esplendor”, define la dedicación en su cuarta acepción como “Acción y efecto de dedicarse intensamente a una profesión o trabajo.”
En Bélgica hace frío en invierno. Un frío que te pelas, para mi, viejo madrileño que aún flipa cuando ve nevar, y a mi edad las articulaciones empiezan a protestar nada más pensar que voy a ir a patinar un poco a la calle (suerte que por indoors no será), o cuando salgo por las mañanas para ir a currar. Y es ahí cuando veo pura dedicación: chavales de 10-12 años esperando a otros compañeros de clase a las 8 de mañana o antes, haciendo flat en una esquina de la estación de trenes en Gante, a salvo de la lluvia y la nieve, con temperaturas cercanas a 0ºC, o patinando a la escuela, por el carril bici, dándose patas. Cuesta arriba. Incluso lloviendo.
Luis Gil "Lurdo". Backside smith en Madrid.
Eso es dedicación. La misma que tiene alguien con 40 o 50 años y que solo puede patinar una vez por semana o menos, uno que empieza a patinar y está horas en una esquina de su plaza intentando aprender ollies, o un pro que se tira al barro una y otra vez para caer un truco. Evidentemente, la motivación de cada uno es distinta, pero no hay que confundir la motivación con la dedicación. Dedicación es lo que hace que bajemos a patinar siempre que podamos, aunque el spot sea una mierda y haga un frío de cojones. Dedicación es lo que tiene ese skater, que no es muy bueno, que no tiene un gran estilo, que no tiene la facilidad para sacar trucos que tienen otros... en fin, ese skater que es uno de los nuestros se ponga el mono de trabajo y esté las horas que hagan falta intentado sacar un truco que otro puede sacar en minutos.
Dedicación es lo que tiene el padre de familia que ha de hacer malabares para sacar un par de horas a la semana para bajar a la plaza o ir al skatepark, y que cada vez que vuelve a casa habiendo recuperado un truco que hacía mucho que no sacaba es un buen día para el. Y si es un truco nuevo, se convierte en un buen mes.
¿Y a qué viene todo esto, te preguntarás? Todos tenemos esa dedicación, si no, no patinaríamos, ¿verdad? Soñamos con coger la tabla y una mochila con 4 cosas, irnos en el coche, el tren, el bus o lo que haga falta, y marcharnos de viaje, descubrir nuevos spots, aunque tengamos que dormir debajo de la rampa o en el fondo del pool y comer pan de molde con tranchetes durante todo el viaje. Lo que haga falta con tal de poder patinar sitios nuevos, ya sea un skatepark perfecto o un canal de riego perdido en medio de la nada.
Volviendo a la Real Academia, nuestra dedicación no tiene nada que ver con la profesión o el trabajo para la gran mayoría de nosotros, no comemos del patín y sin embargo mostramos la misma dedicación, como poco. Quizás habría que pensar en qué momento la dedicación y la pasión se convierten en obsesión, y si eso es malo per se, aunque en nuestro caso no lo creo. Es esta dedicación, esta obsesión, la que nos motiva a levantarnos cada vez que nos caemos, afrontar largas y dolorosas sesiones de fisioterapia y recuperación, el frio en el spot en verano y el horno de nuestras calles en verano, y esa dedicación es algo que no debemos perder nunca, ni dudar nunca de la dedicación del que patina contra viento y marea, sea o no sea bueno.
¿Me identifico con esas situaciones, con esos skaters? Por supuesto que sí. Y tú también deberías.